A primeros del siglo XX, antes incluso de las grandes guerras, los hermanos Giulio y Carlo Carandini viajaban por Europa suministrando proyectores de cine a los teatros de las grandes ciudades. Ensamblaban los aparatos en su taller, y con ellos acercaban, literalmente, la ilusión y la luz a miles de personas que asistían admiradas a las primeras sesiones de cine en las principales ciudades europeas.
Creían en una Europa moderna, en la que todos pudieran disfrutar de los beneficios de la tecnología. Les movía la pasión por el progreso, que los llevó a descubrir las culturas y las gentes de muchos países. En España conocieron un país que pedía la luz. La vida de nuestras ciudades no brillaba igual que la de otras capitales europeas. Y eso movió a los hermanos a aplicar sus conocimientos previos en lentes y lámparas de los proyectores de cine, y fabricar de los primeros diseños de luminarias eléctricas del mercado, creando soluciones de iluminación pública.
Más tarde, cuando Barcelona se preparaba para la Exposición Universal de 1929, Giulio y Carlo ayudaron a que la ciudad luciera como nunca. Así nació y se estableció nuestra compañía, en el corazón de la ciudad de Barcelona y así fue como su apellido se arraigó hasta convertirse en sinónimo de la luz que hoy nos acompaña en las calles.